La vida literaria española ha visto unos cambios muy importantes después de la guerra civil (1936-1939), ya porque la sociedad se vio afectada mayoritariamente, de modo que la literatura de posguerra se ha concentrado en remontar el ánimo social español.
Blas de Otero (1916-1979) (1) ha representado una señal muy singular e importante del movimiento poético de los años cuarenta y cincuenta. La poesía de Otero apuntaba el camino social realista de lo sufría su sociedad, en cuanto la dirección general de la literatura española se dirigía hacia lo aceptable en el entorno social.
El localismo en la poesía de Blas de Otero forma un grito social peculiar, de modo que se nota el acercamiento del poeta a los lugares españoles, cantando alegría dentro la tristeza y la ruina de psicología del individuo español. Poesía humanizada, que dejaba a un lado, sin olvidar el rigor formal, el preciosismo elitista de la lírica garcilasista imperante entonces, planteaba, en medio de la desolación y el vértigo, temas tan estremecedores como el vacío religioso, el abandono de Dios, el absurdo de las muertes masivas, el dolor, la angustia, el destino, el absurdo de la vida y la muerte, etc., reservando un gran